Bruno Álvarez Herrero

La escritura es mucho más grande —y también mucho más pequeña— de lo que me había imaginado.

Seguía teniendo el mismo pelo revuelto, rizado y negro; y los mismos ojos, oscuros y algo traviesos. C

Seguía teniendo el mismo pelo revuelto, rizado y negro; y los mismos ojos, oscuros y algo traviesos. Creo que ambos nos reconocimos, aunqu

ley de la gravedad también se aplica a los recuerdos.

la cabeza y recorrí la fila con la mirada para encontrar a Karolina, pero, en su lugar, mis ojos se posaron sobre ti. Nunca te había visto, o al menos nunca me había fijado en ti. Sin embargo, sentí un alivio extraño, como si hubiera reconocido a alguien.

brillaba el pelo negro bajo la luz blanca e intensa del comedor, y se te veía concentrado de un modo extraño, con una mirada ligera pero implacable que despertaba en mí tanto envidia como deseo. Era como si tu sola presencia ya me dominara, como una profecía que no podía interpretar.

Aquella noche me tumbé en la cama a oscuras, en la litera de encima de Beniek, y traté de estudiar esa vergüenza. Era como un órgano que acababa de aparecer, monstruoso y palpitante, que de repente formaba parte de mí.

Egoísmo. Crecer hasta convertirse en uno mismo no es más que egoísmo.