No había permitido que ningún hombre la llamara con aquel apodo de su infancia desde que él se marchó.
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El dolor brotó en su interior, un dolor corrosivo, debilitante, que había creído no volver a sentir nunca.
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Finalmente se dio cuenta de que hablaba muy en serio. Lo que había hecho era algo odioso, algo inaceptable. Imperdonable.
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- Porque ella confía en mí, y yo no insulto su confianza para favorecer mis posibilidades con ella. Porque estar enamorado no te da ninguna excusa para ser menos que honorable, lady Tremaine.
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