Ramón Gómez De La Serna

la exaltación del juego y el deseo y un empleo incisivo y grave del humorismo.

recobró la palabra como un mudo, para decir que su doncella dejaba que se bebiese su biberón el soldado que la festejaba.

Periquito existe… Y, sobre todo, cuando estoy al balcón

Encontraba un chico como iluminado por dentro, como lleno de una luz de malicia que le hacía simpático.

resultando los números, como las calaveras de los números, una danza de esqueletos inútil

«El derecho que tiene todo el mundo a hacer lo que le da la gana».

Lo que le pasaba mucho al Incongruente es que cuando cogía un tenedor del cajón de los cubiertos se le convertía en cuchara, y viceversa.

Hacía mucho tiempo que deseaba un jueves, darse cuenta de que era jueves; poder ir a un sitio en que tenía que ser jueves para que le recibiesen, y no coincidía con un jueves nunca.

Gustavo veía ya la vida con tranquilidad, pues se hallaba conforme con su destino.