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“No quiero una niña,” Christian murmuró a su oído. “Quiero un hombre. Quiero que me sostenga abajo y me folle.”

“Sé que soy irresistible y todo, pero es mejor que dejes de acariciarme antes de que tu maridito me asesine.”

“Shawn y yo nos tocamos todo el tiempo.”

“Pero lo hice cada vez que lo miraba. Cada vez que no podía apartar la vista de él.”

“Yo no lo amo,”  le espetó. “No es amor.”

Y él no podía controlar su mente, tampoco. Cuando veían películas juntos, él pasaba la mitad del tiempo imaginándose empujar a Christian plano sobre su espalda, trepando sobre él y excitándose con él hasta que su polla estuviera dolorida y Christian sonrojado y cubierto con su semen.

Odiaba su absoluta falta de autocontrol en torno a Christian.

“No estoy seguro de cómo pasé de estar irritado a querer tener mi polla dentro de él.”

Como que él es mío

Y Alexander se dio cuenta de que realmente lo quería. Él quería apretar. Él quería estrujar sus manos alrededor de este cuello y ver a Christian jadeando, ahogándose y rogándole que parara.