—¿Qué carajo, Kade? ¿Qué demonios fue eso? —le pregunto, mis palabras cortantes y rápidas.
Su lenta sonrisa y palabras más lentas me enfurecen.
—Bueno, nena, eso fue un beso. Puedo demostrarlo de nuevo si quieres —está frotando sus manos lentamente desde la parte superior de mi pie hasta mi tobillo, jugando con la franja de piel entre mis calcetines y mis mallas. No hay forma de controlar o contener mi ira ahora.