Si la meta es la modernidad, el tono es el afán de brillantez. Es la eclosión de suplementos y revistas, happenings, conferencias-show, entrevistas de intelectuales en televisión, publicidad ilimitada a las vanguardias extranjeras y nacionales, incluso fiestas con ánimo legendario, incluso la instauración de un cónclave comercial que anhela el estatus de símbolo espiritual: la Zona Rosa. Lo “contemporáneo” contrarresta, elude, diluye esa fatigosa carga de las limitaciones y prejuicios de un “país en vías de desarrollo”. Muchos son apasionadamente colonialistas porque no piensan al colonialismo como una derrota sino como un avance. Se quiere forzar la llegada de la Nueva Sensibilidad con técnicas de último minuto, con envíos y desafíos. Se deslizan y se apuntalan las modas: el juego de lo in y lo out como criterio jubiloso de exclusión de lo “antiguo”; el camp, como técnica divertida de inventarse una nostalgia y una ironía sofisticada y una conciencia pop.