Simon Marshall

«¿Quiero pensar o sentirme así?». Si la respuesta es no, tu chimpancé está al mando. Si la respuesta es sí, tu profesor está al mando. Es así de simple.

«Descansa... y no te preocupes por el hecho de perder condición física. No llegarás a ninguna parte si estás lesionado». Oh, por el amor de Dios. Cállate.

El precio de cualquier cosa es la cantidad de vida que cambias por ella.

Puede que los esquimales tengan unas cincuenta palabras para la nieve, pero los deportistas de resistencia tienen cincuenta y una palabras para el sufrimiento.

los deportistas no piden ayuda para mejorar su fuerza psicológica y emocional

SER VALIENTE consiste en sentir miedo y de todos modos obrar con entusiasmo.

El físico, la respuesta al entrenamiento y los registros personales tienen poco que ver con lo valiente que eres. Para ser un deportista valiente necesitas una serie especial de habilidades. No son habilidades del nivel de Liam Neeson, sino habilidades que van más allá del entrenamiento físico, los dispositivos, los datos y el equipamiento.

Los cimientos de un deportista valiente están representados por el corazón vendado, las alas y la espada.

Sorprendentemente, hacer cosas que tememos es una buena medicina para el cerebro. Cuando empiezas a acumular experiencias en las que tratas con el miedo, el cerebro te da las gracias cambiando físicamente para estar mejor preparado. Sí, literalmente, el cerebro empieza a reorganizarse a sí mismo para reaccionar de forma más adecuada. Los científicos lo llaman «neuroplasticidad», pero nosotros lo llamamos «endurecernos».

Aún tenemos restos de nuestro pasado como peces, como, por ejemplo, el hipo y esa pequeña hendidura en el labio superior