Hasta que no dispones del lenguaje no te das cuenta de cuánto interfiere con la comunicación, de cómo se mete por medio, como un sentido dominante. Cuando no entiendes las palabras tienes que prestar mucha más atención a todo lo demás. Cuando llega la comprensión, se pierden muchas otras cosas. Confías en las palabras, y las palabras no siempre son lo más fiable.