Matthieu Ricard

Si transformamos nuestro modo de percibir las cosas, transformamos la calidad de nuestra vida.

La conciencia, en todos sus niveles, es un lujo dinámico constituido por instantes de conciencia que comportan, o no, contenidos. No importa en qué momento, más allá de la pantalla de los pensamientos, se puede identificar una facultad pura de conocimiento que es la base de todos los pensamientos

No se trata de fragmentar el yo, sino de aprovechar la capacidad que tiene la conciencia de observarse a sí misma para liberarse del sufrimiento

La meta no es no experimentar emociones, sino no ser su esclavo

Dominar el arte de gestionar las emociones en el momento en que surgen funciona de manera análoga. Si sabemos mantener un estado de clara presencia despierta, las vemos surgir; las dejamos atravesar nuestra mente sin intentar detenerlas ni estimularlas. De ese modo, desaparecen sin crear otras olas emocionales

Pasamos mucho tiempo mejorando las condiciones exteriores de nuestra vida, pero a fin de cuentas es siempre nuestra mente la que crea nuestra experiencia del mundo y la traduce en bienestar o en sufrimiento.

: No podemos elegir lo que somos, pero podemos escoger lo que queremos llegar a ser

Dirigir nuestra atención hacia el interior significa contemplar la conciencia pura despierta y permanecer sin distracción, pero también sin esfuerzo, en la frescura del momento presente, sin alimentar nuestras construcciones mentales.

También podemos recurrir a la atención sin esfuerzo para permanecer simplemente en el estado natural de la mente, en la claridad de la conciencia plena despierta que está impregnada de paz interior y nos hace mucho menos vulnerables a las vicisitudes de la existencia.

Yo considero que el espacio de trabajo de la conciencia, cuyo acceso está controlado por la atención, es el nivel más elevado del funcionamiento cerebral y también el más integrado.