Vivian Mansour

Fue el mejor arcoíris bebible de la historia de ese jueves en la ciudad.

Por qué estas monedas son la basura más valiosa?

Le contesté:

–Porque en momentos realmente importantes no sirven para nada.

ambiente era desolador. El lugar reflejaba perfectamente mi estado de ánimo: yo era como esos juegos mecánicos, patéticos, inservibles y oxidados.

Sí dolía, pero se trataba de un dolor diferente al que me infringía cuando me cortaba. Cuando lo hacía, era un dolor que rasgaba mi corazón y que, al mismo tiempo, me liberaba de sentir otros. En cambio esto era solo un dolor.

Fue el mejor arcoíris bebible de la historia de ese jueves en la ciudad.

De que somos raros, lo somos. Claro que de lejitos y sin platicar mucho parecemos una familia normal

que no me gustaba nada era que todo el tiempo discutieran sobre el dinero.

En una ocasión les pregunté qué tan divertidas habían sido sus vacaciones en Baja California.

–El viaje nos costó un dineral –me respondieron.

–Pero ¿qué tal estuvieron?

–Carísimas –contestaron sin titubear.

A la gente la apreciaban por su dinero, por sus coches, por sus casas, por sus tarjetas de crédito y nunca por sus mascotas, sus aficiones o sus amigos.

Sería ésa la basura más valiosa? ¿O ese jarrón chino medio roto? No estaba seguro. Después, me acordé de los padres de Lorenzo, que todo lo medían según el dinero que costaba. Saqué unas monedas de mi propio bolsillo, las miré durante largo rato. Concluí que ésa era la basura más valiosa. Valiosa, pero basura al fin