Andy Stanley

Ya sea amor, lujuria, celos, inseguridad, miedo, las emociones complican el proceso de la toma de decisiones al enfocar nuestra atención en lo inmediato en vez de lo último.

la razón por la que miramos el pasado y nos preguntamos «¿en qué estaba pensando?» es porque nos presentan algo que tuvo un fuerte atractivo emocional.

depender demasiado en la información inicial y la emoción que esta provoca cuando se toma una decisión

pensamos desde el punto de vista de elecciones, no de historias, lo que significa que no estamos pensando con mucha claridad.

Debemos retroceder porque cualquier cosa con un atractivo emocional fuerte, incluso lo correcto, nubla nuestro juicio. Así que pausa. Oriéntate. Ve a casa y piensa en ello. Llama a un amigo. Considera tu historia.

Pensar en tu historia te posiciona y te da el poder para contrarrestar los efectos del focalismo.

in importar lo que estés pasando ahora, tu historia aún no termina. Aún se está escribiendo.

nunca tomes una decisión que te hará mentiroso de por vida.

Si algo te molesta, déjalo que te moleste. Si algo te molesta de él, de ella, de ese trabajo, de esa oferta, de esa invitación, de ese trato, de ese contrato, asúmelo. Acéptalo. No lo justifiques. Asume la tensión hasta que desaparezca o hasta que decidas tomar otro camino.

La duda interna, esa alerta, a menudo es la manera en que Dios nos hace girar hacia otra dirección.

¡Hazte la pregunta y acepta la respuesta!». Este es el último intento de Pablo para hacernos admitir lo que sabemos y actuemos en consecuencia.