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Sabrina Melenotte

  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 6 meses
    posibilidad de dar lugar y cuerpo a un tipo de memoria que no solo sea capaz de resistir al olvido, sino también a la tendencia a cerrar de manera definitiva el recuerdo —un memorial que comprende la tarea del recuerdo como un lugar de escucha abierta con todo lo que esto implica—.
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 6 meses
    En otras palabras, la violencia extrema no solo destruye aquello que toca, sino nuestra capacidad para nombrarlo —y más allá de ello, para pensarlo, imaginarlo y comprenderlo—. Así lo describe Arendt en su libro Los orígenes del totalitarismo, donde ella misma está llevando a cabo el difícil ejercicio de escuchar y tratar de hacer sentido de aquellos testimonios que, provenientes de los campos de concentración nazi, desafiaban entonces todas las capacidades de la imaginación.6
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 6 meses
    La violencia extrema, en su horrible originalidad, a la vez nos indigna y nos deja sin posibilidad de escucha, sin recursos —semánticos, estéticos, corporales incluso— para poder aprehenderla.8 Paraliza, en el mejor de los casos, si es que no produce más bien una reacción inmediata de rechazo y de incredulidad, porque de admitirla como real nos enfrentamos a la desaparición del mundo tal como solemos entenderlo y percibirlo. Esto es, a la desaparición del mundo y de sus sentidos. Explica Arendt:

    No hay paralelos con la vida en los campos de concentración. El horror allí vivido no puede nunca llegar a ser aprehendido enteramente por la imaginación, en tanto que se encuentra por fuera de todas nuestras categorías tradicionales, por fuera del mundo de la vida y de la muerte.
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 6 meses
    Allí donde no hay la posibilidad de separar la realidad de la pesadilla, como lo describe Arendt, donde no solo los sueños se confunden con la realidad, sino que la realidad es aquello que se sueña e imagina en nombre de y en compañía de otros (“los unos soñaban los sueños de los otros”, relata la novela), allí el reclamo de los vivos tanto como el de los muertos habita el presente en un estado de “alucinada lucidez”, donde el exceso de imágenes y la carencia de palabras terminan produciendo, dice la novela, una “idiotez sin pasado” (García Márquez, 2012, p. 61).
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 6 meses
    El olvido no es solo así el resultado de una decisión expresa por borrar, silenciar, cerrar nuestros oídos ante las historias que provienen del horror. Es también consecuencia, allí donde la violencia ha destruido todos los marcos tradicionales de sentido, todas las dimensiones disponibles para percibir y aprehender el mundo, de una paralización de nuestra capacidad de imaginar un espacio, un punto de encuentro y un modo de comunicación que activamente produzcan una escucha atenta no solo a aquello que se cuenta, sino precisamente a lo que no se deja contar, pero no por ello debe dejar de ser recordado.
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 6 meses
    Es la imaginación la que nos permite encontrar en nosotros mismos, precisamente allí donde “hemos perdido los criterios a través de los cuales medir y las reglas bajo las cuales subsumir lo particular, la posibilidad de entender sin categorías preconcebidas y de juzgar sin el conjunto de reglas habituales” (Arendt, 1994, p. 321). Solo la imaginación hace posible la comprensión de “algo que ha desvencijado nuestras categorías de pensamiento y nuestros estándares de juicio” (Arendt, 1994, p. 321).
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 6 meses
    las dificultades de representación de una violencia que quiebra radicalmente con todo medio convencional, y la responsabilidad, por lo tanto, que recae en quien escucha (quien representa o debe producir representación en el encuentro con lo aparentemente irrepresentable). Ante la carencia de recursos para hacer de aquellas historias, diríamos con García Márquez, “vidas creíbles”, la pregunta no es cómo probarlas, corroborarlas, insertarlas en una linealidad y una cronología que las haga inteligibles en un sentido tradicional (convencional). La pregunta más bien es cómo crear los espacios —imaginarios si es necesario— en los que estas historias puedan ser contadas sin ser puestas en duda; cómo pensar pues la memoria —y con ello, de paso, la historia, desde una perspectiva muy distinta a aquella de la historia ‘monumental’— ya no como una recolección de hechos, verificación de datos, archivo de evidencias que den soporte a lo que de lo contrario queda condenado a ese “mundo por fuera de la vida y de la muerte”, como lo describe Arendt, sino como una tarea de producción de escucha real y activa.10
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 6 meses
    Cómo producir las condiciones, los marcos de sentido, los recursos que hagan creíbles —y con ello realmente audibles, incluso en sus silencios y borraduras— las vidas e historias de violencia, las verdades (entendidas estas en plural y precisamente bajo otras condiciones de enunciación) provenientes del conflicto. Cómo, en última instancia, guardar compañía, acompañar en la pérdida y ofrecer un espacio de duelo, de rememoración y de luto, al horror que muchas veces no se deja contar pero que reclama no obstante ser escuchado.
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 6 meses
    El lugar transforma así la historia de la violencia en Colombia en historia de resistencia, de tenacidad, de capacidad de erigirse sobre esa historia, aunque lo que resulte de todo ello, más que palabras, sea el gesto mismo de haber sobrevivido. Una supervivencia que, como el suelo que le da forma, puede muy bien ser aquella que paciente y calladamente persista sin llamar la atención sobre sí.
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 6 meses
    El llamado no es pues, pienso yo, a la producción de un discurso, una demanda o una respuesta por parte de quien escucha. Es más bien el llamado mismo a escuchar, a imaginar cómo recibir e interpretar la voz que habla desde ese lugar, entre la vida y la muerte, que, por retar de manera radical todas las categorías de las que disponemos para darle sentido al mundo, corre el peligro de pasar desapercibido, entre los escombros que, en ese caso, lograrían finalmente enterrar del todo lo que la obra poderosamente logra remover.
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