Cuando una persona altamente sensible no se encuentra desbordada por un exceso de impresiones, puede reconocer fácilmente a través de las miradas, la expresión del rostro y los gestos si otra persona está disimulando su inseguridad, si es sincera o solo quiere agradar, si de verdad siente interés por otra persona o solamente lo finge, si está aparentemente tranquila pero se siente muy nerviosa y se está controlando.
Si damos un paseo con ella, nos daremos cuenta de que es capaz de captar mucha más información que el resto de las personas. Siente la calidad del aire, descubre en el suelo la suave pluma de un pájaro, la piedra con un dibujo particular, la concha reluciente de un caracol o las gotas plateadas de rocío sobre el musgo. Percibe la belleza de las cosas pequeñas. Se da cuenta de qué árboles están enfermos, de la lata de cerveza que alguien ha tirado al suelo. Con solo ver el tocón, distingue si el árbol estaba sano antes de ser talado. Lo bello y lo perturbador, todo le atraviesa directamente y repercute en su estado de ánimo. Nicole lo describe así: «Me encantan los ambientes tranquilos, armónicos y no contaminados. La belleza, la sobriedad y la sencillez me hacen bien y me conducen a un estado de equilibrio interior».