Como señaló Georges Bataille, implica igualmente una forma de cobardía, aquella del hombre que “da a algún signo exterior un valor que no tiene más sentido que sus miedos, su mala conciencia y la necesidad de cargar a los otros, en el odio, con el peso del horror inherente a nuestra condición”; los hombres, agregó, “odian, al parecer, en la medida en que ellos mismos son detestables.”