nos cuesta alejarnos de esa cierta sensación de que lo que nos distingue de los demás animales se encuentra en nuestras cabezas; es decir, que, de alguna manera, nuestro cráneo está mejor equipado. Pero debemos recelar de esa sensación. Nos es muy fácil tomarnos como vara de medir y considerarnos como la norma, de manera que todo ser distinto se nos antoja inferior.