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Mario Mendoza

  • Julcompartió una citael año pasado
    travesti místico con cuenta en Miami, ¿es un burgués opresor o un proletario oprimido? Un abogado con apartamento en el norte de Bogotá, en el mejor sector, que sin embargo tres días a la semana amanece en los expendios de bazuco del sur de la ciudad, en el peor sector, en medio de sus propios excrementos después de fumar hasta la saciedad papeletas de bazuco, ¿es un arribista despreciable que vive en la riqueza y la comodidad, o un drogadicto miserable víctima del sistema?
  • FERNANDA ABIGAIL SANCHEZ CALLEJOcompartió una citahace 2 años
    —Mi niña está habitada por voces que hablan de cosas horribles.

    —Cómo así.

    —Personas malignas, espíritus del mal, padre, que hablan a través de los labios de mi niña.

    —No le entiendo —dice el sacerdote frunciendo el ceño.

    —Casi siempre es por las noches, cuando se va a acostar. Las personas entran dentro de ella y comienzan a decir obscenidades, a insultar, a predecir hechos terribles.

    —¿Usted me está diciendo que su hija está posesa?

    —Por demonios, padre, por espíritus que vienen del infierno.

    —Cómo se le ocurre —dice el padre Ernesto moviendo los brazos y la cabeza negativamente.

    —Sí, padre, tiene que verlo con sus propios ojos.
  • FERNANDA ABIGAIL SANCHEZ CALLEJOcompartió una citahace 2 años
    Ella se sonríe en una mueca perversa y la voz que escucha el padre Ernesto a continuación es gruesa, varonil, como si acabara de entrar en la habitación un hombre adulto y estuviera también en la cama, junto a ella:

    —Qué sacerdote ni qué mierda, perro lascivo, gusano
  • FERNANDA ABIGAIL SANCHEZ CALLEJOcompartió una citahace 2 años
    —El problema es que usted es el mejor sacerdote del mundo, padre, lo dice toda la gente que viene a escucharlo, a pedirle consejo.

    —No, no lo soy, vivo en constante pecado, mintiendo, ofendiendo mi ministerio.

    —Me da miedo cuando habla así.
  • FERNANDA ABIGAIL SANCHEZ CALLEJOcompartió una citahace 2 años
    Luego conoció a Irene y las pasiones juveniles estallaron de nuevo, con mayor fuerza aún, imponiéndose, avasallándolo. Era una muchacha tan dulce, tan sincera, tan inocente en su amor por él, tan hermosa y deseable. Le pareció una bendición de la vida poder tener ese cuerpo entre sus brazos, esa piel lisa y brillante, esas piernas largas y perfectas, esas nalgas firmes y bien levantadas. No lo pudo evitar: se entregó a ella como quien se lanza a un precipicio sin pensar en las consecuencias.
  • FERNANDA ABIGAIL SANCHEZ CALLEJOcompartió una citahace 2 años
    —Sí, sí es eso —dice ella interrumpiéndolo—. Hace unas semanas yo no existía para ti, no respondías mis mensajes, no me llamaste el día de mi cumpleaños, nada.

    Y ahora de pronto resulta que eres mi mejor amigo y andas pendiente de mí. ¿Cómo se llama eso? Culpa, Andrés, remordimiento.
  • FERNANDA ABIGAIL SANCHEZ CALLEJOcompartió una citahace 2 años
    —Eso no significa, Andrés, que seas responsable de mi enfermedad. Tú no tienes nada que ver. Aquí la única que asume las consecuencias de sus actos (y lo estoy haciendo) soy yo.

    —Ya, no más, dejemos de pelear.
  • FERNANDA ABIGAIL SANCHEZ CALLEJOcompartió una citahace 2 años
    —Él nunca había actuado de esa manera.

    —Tal vez lo intuyó, Angélica, es normal, mucha gente adivina que la muerte está cerca. Si eso fue así, él tenía todo el derecho de quedarse solo y de que no lo vieras en ese estado, sin poder combatir, sin ganas ya de luchar, vencido por la enfermedad.

    Ella reflexionó unos minutos, luego giró la cabeza y afirmó:

    —Tengo que decirte una cosa.

    —¿Qué?
  • FERNANDA ABIGAIL SANCHEZ CALLEJOcompartió una citahace 2 años
    —Necesito estar contigo hoy —le dijo ella en voz baja, abrazándolo y pegándose a él con movimientos insinuantes y descarados.

    Él la besó en la boca, la agarró de las caderas para traerla junto a sí, y alcanzó a pensar: Necesita sentirse viva y afirmar su presencia en este mundo.
  • FERNANDA ABIGAIL SANCHEZ CALLEJOcompartió una citahace 2 años
    Hay una estirpe de individuos que no soporto: los pordioseros. Esos sinvergüenzas que andan por ahí mostrando sus muñones, sus cicatrices, sus hijos famélicos y desnutridos, no me producen sino asco y ganas de estrangularlos. Y cuando digo asco no me refiero a su pobreza extrema, a que me disguste su olor o sus harapos, sino su actitud de bajeza y de autoconmiseración. Me repugna que alguien convierta su propia debilidad en un espectáculo, y que encima de eso obligue a otros a degradarse dándole una limosna. Es el colmo.
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