El día nace torcido. Todo lo que ocurra después tendrá por fuerza que salir mal, porque ¿qué puede salirle bien a una persona que se ha despertado de madrugada? ¿Hay acaso alguna rutina más terrible que escuchar el despertador, estirar la mano y apagarlo, levantarse a oscuras, soltar esa tristísima serie de bostezos, quitarse las lagañas, desayunar un pan viejo y un poco de leche, cepillarse los dientes, vestir el uniforme de recluso social, y todo esto sin haber despertado por completo, con el día aún a oscuras y el frío de la mañana lavándonos la piel