En una metrópoli cosmopolita como Buenos Aires, en la que en 1914 más del 60 % de los habitantes son inmigrantes,857 el fútbol criollo se convierte en un aglutinador social y en una herramienta de diferenciación cultural frente a los europeos y a sus vecinos rivales los uruguayos.858 El estilo argentino criollo se perfecciona en los potreros, esos intersticios urbanos que sobrevivieron a la racionalización industrial de la ciudad emprendida bajo la dirección de los británicos. Al igual que el tango, que refleja el modo de vida de los que sobreviven gracias al ingenio en las calles de los barrios más infames de Buenos Aires, la finta y la astucia, la victoria conseguida no por la fuerza sino mediante el engaño se convierten en rasgos característicos de la práctica futbolística argentina, la nuestra, como la bautizan los aficionados del país.