he de omitir mis penas para engrandecer las tuyas con un consuelo desproporcionado; he de asegurarte que mi profesión pianística –la que vine a perfeccionar en este exilio parisino– solo importa en la medida en que sea una agradable música de fondo para la tuya; he de resarcirte, no del daño que no te he hecho, sino del que te hicieron amores precedentes… Y no se diga del que tú me infliges. He de reivindicar ante ti al abominable género femenino