De hecho, la gran mayoría de las vacas que hoy nos atan a la mediocridad comenzaron como ideas, aparentemente inofensivas, que nos fueron obsequiadas por otros. Con frecuencia caemos víctimas de las influencias negativas de los demás porque aceptamos sus críticas y opiniones negativas sin cuestionamientos, y así permitimos que siembren en nuestra mente falsas creencias que nos limitan física, emocional e intelectualmente.