José Luis Arantegui

El azul y el rojo
(La postguerra)
«Y vale más el pintor del abandono pero también de la nostalgia que el orgullo del signo de no ser más que sí mismo, sobre una tierra que se disloca.»

los caballetes en que los deportados a Buchenwald eran golpeados hasta morir.

Qué esperar, sobre todo, de una pintura aplicada a decir lo real, quizás hasta consagrada a celebrarlo, tras el uso que de ella había hecho el conjunto de regímenes totalitarios?

En 1956 se abrió en Kassel la primera edición de Documenta. Su creador, el arquitecto Arnold Bode, afirmaba claramente sus intenciones: demostrar a Occidente, en una ciudad próxima al telón que cortaba Europa en dos, que Alemania nunca había dejado de ser el país de la modernidad

El nazismo no había sido más que un paréntesis, lamentable por supuesto, pero se había cerrado. Al menos, para hacer creíble ese postulado era preciso purificar a la vanguardia de sus compromisos con las dictaduras.

Abstrakte Kunst eine Weltsprache, título de un libro publicado en los años cincuenta

a abstracción, lenguaje mundial, o si se prefiere, lengua universal.

«El arte abstracto es el idioma del mundo libre»

convenía proponer a todos un arte lavado

e todo sentido, un arte sin figura, sin memoria y sin pasado.