Caitlin Doughty

Sean cuales sean tus planes, recuerda que los cráneos de verdad no son adornos kitsch de Halloween: han pertenecido a un ser vivo. Pero, suponiendo que tus intenciones sean buenas, tienes que superar tres grandes obstáculos antes de llenar de gominolas la calavera de papá y ponerla sobre la mesita de café: papeleo, control jurídico y esqueletización

Aunque estuvieras poniendo cara de tonto al morir, durante la flacidez primaria los músculos de la cara se relajan junto con todo lo demás. Se te abren la mandíbula y los párpados, y las articulaciones se vuelven flojas («flojas» es el término médico)

l cadáver queda a cargo de la hija. No es responsabilidad de cuidados paliativos, del hospital ni de la residencia, y desde luego tampoco de la funeraria.

lgunos creen que un cuerpo sin vida debe embalsamarse por razones de salubridad (falso) o que solo deben manipularlo personas preparadas para ello (también falso).

n los Estados Unidos, donde resido, la muerte se convirtió en un gran negocio durante el cambio del siglo XIX al XX

Ha bastado un siglo para que los estadounidenses olvidemos que, antaño, los funerales eran un asunto que gestionaban las familias y su entorno.

En 1636, dos mil nativos wendats

ste ritual de limpieza fue testimoniado y relatado por Jean de Brébeuf, misionero católico francés

ituales mortuorios de los wendats.

Tal vez nuestro miedo patológico a la muerte viene de la excesiva pesadumbre y melancolía con que la abordamos. La solución estaría en acabar con todas las tonterías del funeral «tradicional»