Qué has aprendido teniendo una hija?
He aprendido vulnerabilidad. Así de sencillo, tan sencillo que, la verdad, me sorprendió: las lágrimas, las lágrimas de mi hija, su dolor, sus miedos, y que yo podía consolarla, que su cuerpo se relajaba en contacto con el mío, que aprendió a sonreír viéndome sonreír a mí, que no tenía vergüenza de su hambre, de sus rabietas, que no había una pauta de explicación entre la alegría y la tristeza más que la experiencia. La vulnerabilidad y la lógica clara de su carne fueron para mí una revelación. Una mañana, poco después de que naciera mi hija, me eché a llorar, tumbada en la cama, al comprender que algún día tendría que explicarle lo que era la muerte. Estaba claro que ella, en toda su inocencia, no se merecía la muerte.