Sabemos que los niños requieren espacio y tiempo para jugar libremente fuera, en contacto con la naturaleza. Y a la vez esto tiene que ir de la mano con una progresión en las experiencias, según la fase del desarrollo de los niños que los impulsa a cuidar de la naturaleza y a hacerse una idea básica de los procesos naturales. De esto ya se dieron cuenta Nicol et al. en su análisis de los trabajos de investigación existentes sobre la educación fuera del aula: