Marqués de Sade

el secreto de enriquecer a una enorme cantidad de sanguijuelas

sólo había que afligirse por lo que nos afectaba perso

s infinitamente mejor tomar partido entre los malvados, que prosperan, ‘ que entre los virtuosos, que fracasan?

El nuevo estado en el que voy a entrar -dijo la Duelos- me obliga, señores, a referirme a mi persona; uno se imagina mejor los placeres que se describen cuando la persona que los facilita es conocida.

A este defecto se me ha reprochado siempre añadir otro, el tener mal corazón. ¿Pero es mía la culpa? ¿No se debe a la naturaleza que tengamos nuestros vicios así como nuestras perfecciones?

mi corazón no experimentaba ninguna pena, porque ignoraba el arte de querer,

serían Colombe para Curval, Hébé para el duque, Rosette para el obispo y Michette para Durcet

La sociedad disponía de una bolsa

Cada uno de nuestros malvados, excitados por aquella escena, se hacía masturbar, mientras la

Las orgías fueron como de ordinario, y se acostaron. Aun estando Adélaïde tan lisiada, e