[Es indudable que] el ascetismo cristiano [albergó en su seno matices harto diferentes, tanto en sus manifestaciones externas como en su sentido más íntimo. En Occidente] tuvo siempre carácter racional, tanto en la Antigüedad como en la Edad Media; en eso se basa precisamente la significación histórica del modo de conducción de vida (Lebensführung) monacal en Occidente por oposición al monacato oriental [(no de todo él, pero sí de su tipo más general)]. Ese carácter se encuentra ya en la regla de san Benito y en la de los cluniacenses, más todavía en los cistercienses y de modo típico en los jesuitas, cuyo ascetismo se emancipa tanto de la anárquica huida del mundo como del continuo atormentarse por puro virtuosismo, para convertirse en un método sistemático y racional de conducción de vida, con el fin de superar el status naturae, sustrayendo al hombre del poder de los apetitos irracionales y devolviéndole su libertad ante el mundo y la naturaleza; de ese modo se aseguraba la primacía de la voluntad planificada, se sometían sus acciones a permanente autocontrol, se educaba (objetivamente) al monje como trabajador al servicio del reino de Dios y (subjetivamente) se le aseguraba, a su vez, la salvación del alma.
La practica monacal como una racionalizacion sobre la vida en la, sustrayendole al hombre dedel poder de los apetitos irracionales y devolviendole la libertad