—¿Estás seguro de eso, Kitt? ¿Y si quiero que me laves la ropa durante el resto de la guerra? ¿Y si quiero que me masajees los pies cada noche? ¿Y si quiero que me prepares una taza de té cada hora?
—Puedo hacer todo eso y más si quieres —dijo, completamente serio—. Solo dime lo que quieres.