Selección de cartas de amor y desamor de Rosario Castellanos (Lee Diana Sedano)

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Nació en México. Fue escritora y diplomática. Publicó libros de todos los géneros: poesía, ensayo, cuento, novela, teatro… Hay críticos que consideran a Rosario Castellanos una de las escritoras más influyentes de su país durante el siglo XX.

Como muy pocos, abordó temas que hasta ese entonces eran sesgados: la discriminación racial en Chiapas y, especialmente, la emancipación de la mujer. Con el tiempo, Castellanos se convirtió en una referente del feminismo de América Latina.

El honor a esa vida y a su historia de amor con el filósofo Ricardo Guerra, decidimos dedicarle este episodio. Sus textos son tan bellos que nos parecía poco darles sólo una carta. Entonces, decidimos hacer una selección de sus misivas. Las primeros de amor del bueno. Las segundas de desencanto y divorcio.

Lee la actriz Diana Sedano

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¿Se da cuenta, mi vida? Usted no lo sabe, y yo no se lo quiero decir porque se va a poner muy presumido y a encarecerse, pero es usted un niño muy suave y nos sabe manejar con mucho talento a las mujeres y por eso lo amamos”.

¿Para qué indisponernos con personas a quienes a la mejor estima y que no por hacerle a usted mala obra, sino por hacérmela buena a mí, me han escrito diciendo cosas? Ellos suponen entre nosotros una relación muy distinta a la que sostenemos: suponen que usted me engaña en una forma vil y baja y que está todos los días mandándome una hermosa carta llena de juramentos de amor y por otra parte se aprovecha de mi ausencia para decir de viva voz esos juramentos a jovencitas más próximas”

Yo lo amo por encima de todo lo que digamos usted o yo, las palabras no tienen ninguna fuerza. El amor tiene su propia certidumbre.

Escríbame pronto. Ámeme también un poco.

Rosario

Todo mi alrededor es una barrera en la que no penetran ni tu voz ni tus actos. Yo te invento para mantenerte a distancia, no te veo, no te escucho. Y en vez de admitir este hecho tan evidente y de desatarme en interjecciones contra mí, me vuelvo, con una lógica muy femenina, en contra tuya. Empiezo a hacerte reproches para justificar de alguna manera mis fallas. Que según tú se reducen a una sola: no te amo lo suficiente.

No es que yo me esté escatimando. Todo lo que soy capaz de amar, te amo. Todo lo que una persona puede gustarme, me gustas.

Considera si te resulto o no satisfactoria. Si no, prefiero que me lo digas ahora. […] Estoy llena de preguntas. Tu respuesta debe ser universal.

Espero, sin sobresaltos de ninguna clase, tu resolución al respecto. Si optas por el divorcio, es una opción que acepto, respeto y acato la opción contraria. Mi papel es absolutamente pasivo porque no es mi problema. Colócate un momento en mi lugar, desde mi punto de vista y dime si objetivamente un cambio de estado civil podría alterarme. ¿Me sería siquiera perceptible? ¿El acta de un juez me dejaría más sola de lo que estoy? ¿Más a la merced de mis propios medios? ¿Menos querida? ¿Menos respetada? ¿Menos protegida? ¿Más despreciada y ridiculizada públicamente? Creo de la manera más honrada, que no. Es más, ni siquiera modificaría las relaciones personales nuestras. Por Gabriel continuaríamos viéndonos con frecuencia y con cordialidad porque no hay ningún motivo para que las visitas no fueran cordiales. Coquetearíamos, porque somos así, y ocasionalmente acabaríamos por ponerle cuernos a tu mujer de la misma manera que me has puesto cuernos con otras mujeres.
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Editorial
Epistolar
Series
Epistolar
Año de publicación
2021
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