Carol Estradacompartió una citahace 8 años
Debe usted atenderle. Al principio —miró a un lado y a otro— yo hacía las cosas a mi manera. El no quiso. Me enseñó —se puso en pie y se acercó a la puerta—. Mire este látigo.
—¡Dios mío!
—Me daba con él —explicó Iván a lo simple—. Así y así… Una vez me dejó medio muerto. Creí que iba a oler, como mi padre. Pero me levanté y me lavé la cara. Desde entonces obedezco… Y le quiero.
—¿Quererle?
—Sí.
—¡Qué sabes tú de cariño, Iván!
—Quería a mi padre —dijo el gigantón—. Y también me pegaba.
—Iván… —exclamó de súbito—. Un día… tú y yo huiremos.
El criado puso expresión estúpida.
—¿Huir…? ¿De aquí…? ¿Dejando solo al amo? No…, no…
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