—Tessa es tu prometida. Haz que entre en razón.
Jem, con su espada bastón en una mano, se acercó a ella.
—Tessa, hazlo como un favor para mí. ¿Quieres?
—No crees que pueda luchar —repuso ella, deteniéndose y devolviéndole la mirada— porque soy una chica.
—No creo que puedas luchar porque llevas un vestido de novia —replicó su prometido—. A decir verdad, no creo ni que Will pudiera luchar con ese vestido.
—Quizá no —intervino éste, que tenía el oído de un murciélago—. Pero sería una novia radiante.