Jaircompartió una citahace 5 años
Entonces formulé las bases de una teoría más complicada y más dudosa; los blancos querían estar morenos y aprender a bailar como los negros; los negros querían aclararse la piel y desrizarse el pelo. Toda la humanidad tendía instintivamente al mestizaje, a la indiferenciación generalizada; y lo hacía, en primer lugar, a través de ese medio elemental que era la sexualidad. El único que había llevado el proceso a su término era Michael Jackson: ya no era ni negro ni blanco, ni joven ni viejo; en un sentido, ni siquiera era ya ni hombre ni mujer. Nadie podía imaginarse realmente su vida íntima; había comprendido las categorías de la humanidad corriente y se las había arreglado para dejarlas atrás. Por eso lo consideraban una estrella, incluso la más grande –y en realidad la primera– del mundo. Todos los demás –Rodolfo Valentino, Greta Garbo, Marlene Dietrich, Marilyn Monroe, James Dean, Humphrey Bogart– podían ser considerados, como máximo, artistas con talento, sólo tenían que imitar la condición humana, transponerla estéticamente; el primero en intentar ir un poco más lejos había sido Michael Jackson.

Era una teoría atractiva, y Valérie me escuchó con atención; pero yo mismo no estaba realmente convencido. ¿Había que concluir que el primer cyborg, el primer individuo que estaría de acuerdo en que le implataran en el cerebro elementos de inteligencia artificial de origen extrahumano, se convertiría de inmediato en una estrella? Probablemente, sí; pero ya no tenía mucho que ver con el tema. Por mucho que Michael Jackson fuese una estrella, desde luego no era un símbolo sexual; si uno quería provocar desplazamientos turísticos masivos, susceptibles de rentabilizar grandes inversiones, tenía que pensar en fuerzas de atracción más elementales.
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