Si hemos de vérnoslas con líderes que suponen tal amenaza para su pueblo y en ocasiones para el mundo entero, la cuestión no es si están mentalmente enfermos sino si el mundo está dispuesto a intervenir. Al igual que las sociedades democráticas tienen que poner en práctica nuevos procedimientos para hacer frente a las dolencias de sus dirigentes, es necesario que las Naciones Unidas estén más dispuestas a intervenir para destituir a un líder o lograr que se produzca un cambio de régimen cuando se puede demostrar que existe una amenaza para la paz.