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Carlo Rovelli

Siete breves lecciones de física

  • Elenacompartió una citahace 3 años
    Una gota de lluvia contiene información sobre la presencia de una nube en el cielo; un rayo de luz contiene información sobre el color de la sustancia de la que proviene; un reloj tiene información sobre la hora del día; el viento transmite información sobre una tormenta cercana; un virus del resfriado tiene información sobre la vulnerabilidad de mi nariz; el ADN de nuestras células contiene toda la información sobre nuestro código genético, que hace que me parezca a mi padre, y mi cerebro bulle de información acumulada durante mi experiencia. La materia prima de nuestros pensamientos está constituida por una riquísima información recogida, intercambiada, acumulada y constantemente elaborada.
  • Jovani González Hernándezcompartió una citahace 5 años
    Tenemos cien mil millones de neuronas en nuestro cerebro, tantas como las estrellas de una galaxia, y un número todavía más astronómico de uniones y combinaciones en las que éstas pueden encontrarse. De todo eso no somos conscientes. «Nosotros» somos el proceso formado por esta complejidad, no ese poco del que somos conscientes.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Aquí, en el límite de lo que sabemos, en contacto con el océano de cuanto no sabemos, brillan el misterio del mundo, la belleza del mundo, y nos dejan sin aliento.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    La naturaleza es nuestro hogar y en la naturaleza estamos en casa. Este mundo extraño, variopinto y asombroso que exploramos, donde el espacio se desgrana, el tiempo no existe y las cosas pueden no estar en ningún sitio, no es algo que nos aleja de nosotros: es sólo lo que nuestra natural curiosidad nos enseña de nuestro hogar. De la trama de la que nosotros mismos estamos hechos. Estamos hechos del mismo polvo de estrellas del que están hechas las cosas, y ya sea cuando nos hallamos inmersos en el dolor, ya sea cuando reímos y resplandece la alegría, no hacemos sino ser lo que no podemos dejar de ser: una parte de nuestro mundo.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Nacemos y morimos como nacen y mueren las estrellas, tanto individual como colectivamente. Ésa es nuestra realidad. Para nosotros, precisamente por su naturaleza efímera, la vida es preciosa. Porque, como escribe Lucrecio: «Nuestro apetito de vida es voraz; nuestra sed de vida, insaciable» (De rerum natura, III, 1084).
    Pero, inmersos en esta naturaleza que nos ha hecho y que nos lleva, no somos seres sin hogar, suspendidos entre dos mundos, sólo parcialmente parte de la naturaleza, con la nostalgia de otra cosa. No; estamos en casa.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Creo que nuestra especie no durará mucho. No parece tener la madera de las tortugas, que han seguido existiendo iguales a sí mismas durante cientos de millones de años, cientos de veces más de lo que llevamos existiendo nosotros. Pertenecemos a un género de especies de vida breve. Nuestros primos se han extinguido ya todos. Y nosotros causamos daños.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Nuestros valores morales, nuestras emociones, nuestros amores, no son menos verdaderos por el hecho de formar parte de la naturaleza, de ser compartidos con el mundo animal, o por haberse desarrollado y venir determinados por los millones de años de evolución de nuestra especie. Antes bien, son, por ello mismo, más verdaderos; son reales. Son la compleja realidad de la que estamos hechos. Nuestra realidad es el llanto y la risa, la gratitud y el altruismo, la fidelidad y las traiciones, el pasado que nos acosa y la serenidad. Nuestra realidad está constituida por nuestras sociedades, por la emoción de la música, por las ricas redes entrelazadas de nuestro saber común, que hemos construido juntos. Todo ello forma parte de esa misma naturaleza que describimos. Somos parte integrante de la naturaleza, somos naturaleza, en una de sus innumerables y variadísimas expresiones. Eso es lo que nos enseña nuestro creciente conocimiento de las cosas del mundo.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Cuando tenemos la sensación de que «soy yo» quien decide, nada puede ser más correcto: ¿quién si no? Yo, como quería Spinoza, soy mi cuerpo y cuanto sucede en mi cerebro y en mi corazón, con su inmensa y para mí mismo inextricable complejidad.
    La imagen científica del mundo, que he explicado en estas páginas, no está, pues, en contradicción con nuestro modo de sentirnos a nosotros mismos. No está en contradicción con nuestro modo de pensar en términos morales, psicológicos, con nuestras emociones y sentimientos. El mundo es complejo, y nosotros lo captamos con distintos lenguajes, apropiados para los diversos procesos que lo componen. Cada proceso complejo puede afrontarse y comprenderse con lenguajes diferentes a niveles diferentes. Los diversos lenguajes se entrecruzan, entrelazan y enriquecen mutuamente, como los propios procesos. El estudio de nuestra psicología se perfecciona comprendiendo la bioquímica de nuestro cerebro. El estudio de la física teórica se nutre de la pasión y de las emociones que conducen nuestra vida.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Somos una fuente de asombro para nosotros mismos. Tenemos cien mil millones de neuronas en nuestro cerebro, tantas como las estrellas de una galaxia, y un número todavía más astronómico de uniones y combinaciones en las que éstas pueden encontrarse. De todo eso no somos conscientes. «Nosotros» somos el proceso formado por esta complejidad, no ese poco del que somos conscientes.
    Ese «yo» que decide es el mismo «yo» que se forma –de un modo que, ciertamente, todavía no está del todo claro, pero que empezamos a entrever– reflejándose a sí mismo, autorrepresentándose en el mundo, reconociéndose como punto de vista variable situado en el mundo, a partir de esa impresionante estructura que gestiona información y construye representaciones que es nuestro cerebro.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Cuando hablamos del Big Bang o de la estructura del espacio, lo que hacemos no es una continuación de los relatos libres y fantásticos que los hombres se han contado por las noches alrededor del fuego durante centenares de milenios. Es la continuación de algo distinto: de la mirada de esos mismos hombres, a las primeras luces del alba, buscando entre el polvo de la sabana las huellas de un antílope; escudriñando los detalles de la realidad para deducir aquello que no vemos directamente, pero cuyas huellas podemos seguir. Conscientes de que siempre podemos equivocarnos, y, por lo tanto, dispuestos en todo momento a cambiar de idea si aparece una nueva huella, pero sabiendo también que si somos valientes lo entenderemos bien y encontraremos lo que buscamos. Eso es la ciencia.
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