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Guillermo Maldonado

Liberación Sobrenatural

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  • Ricardo Leguizamoncompartió una citahace 6 años
    Predicar este reino sin ministrar liberación constituye una violación de las leyes del ámbito y gobierno de Dios, las cuales demandan la remoción del reino de Satanás. Un anuncio acerca del reino que no vaya acompañado por la expulsión de demonios es un simple mensaje motivacional
  • Ricardo Leguizamoncompartió una citahace 6 años
    La batalla espiritual de Cristo fue más difícil que la de Adán, porque Él lidió con un enemigo legal.
  • Ricardo Leguizamoncompartió una citahace 6 años
    El diablo sabía que no tenía autoridad dada por Dios para gobernar la tierra; él estaba aquí solo como resultado de su castigo. Para operar “legalmente”, tendría que usurpar la autoridad que Dios les había dado al ser humano. Así que tentó a Adán, a través de Eva, para que voluntariamente desobedeciera a su Creador. En lugar de ejercer dominio sobre Satanás, y por tanto, subyugarlo —lo cual podría haber hecho—, Adán escogió pecar contra Dios. No usó la autoridad que Él le había dado para gobernar sobre el enemigo. (Véase Génesis 3).
  • Ricardo Leguizamoncompartió una citahace 6 años
    Lo que debemos entender es que, cuando la humanidad fue creada, Satanás ya había sido echado del cielo a la tierra. Por lo tanto, Dios les dio al hombre y a la mujer dominio; es decir, autoridad bajo Su reino, el gobierno del cielo para gobernar el mundo; incluyendo en esto la habilidad de subyugar a Satanás y su reino de oscuridad.
  • Ricardo Leguizamoncompartió una citahace 6 años
    Lucifer promovió la rebelión y sedujo a una tercera parte de los ángeles de Dios para que lo siguieran y renunciaran a su lealtad hacia su Creador. Expulsados del cielo, Lucifer y sus ángeles rebeldes fueron arrojados a la tierra.
  • Ricardo Leguizamoncompartió una citahace 6 años
    Antes de que el primer hombre y la primera mujer fueran creados por Dios, sucedió una guerra en el cielo. Un ser llamado Lucifer, a quien Dios había creado y puesto como arcángel, se llenó de orgullo y arrogancia. El Creador le había dado belleza, sabiduría, y lo había puesto a cargo de la adoración de Dios en el cielo, pero él comenzó a desear una posición igual a la de su Creador. Más que eso, quería reemplazar a Dios para convertirse él mismo en el gobernador sobre todo y sobre todos. Su corazón se llenó de iniquidad y se enfrentó a Su hacedor; lo desafió.
  • Ricardo Leguizamoncompartió una citahace 6 años
    Por lo general, si se trata de un demonio, usted no podrá ejercer dominio propio, no importa cuánto lo intente
  • Ricardo Leguizamoncompartió una citahace 6 años
    Por ejemplo, si le dice a alguien que está bajo la influencia de un demonio en el área de la sexualidad —tal vez, manifestado en adulterio— que se niegue a su carne, la persona terminará frustrada, porque sus esfuerzos serán vanos. Es posible que, por un periodo de tiempo, pueda controlar el impulso de pecado; pero en el instante en que esa resolución se debilite, volverá a caer en el mismo pecado. Estas personas, primero deben ser libres del control demoniaco antes de poder aprender a ejercer dominio propio
  • Ricardo Leguizamoncompartió una citahace 6 años
    Para aquellos que viven de acuerdo con su naturaleza pecaminosa, el consejo divino de “crucificar la carne” puede ser efectivo a la hora de ayudarlos a vivir alineados con el Espíritu, si prestan atención al consejo. Pero cuando hay demonios involucrados, se necesita algo más. Los demonios no pueden ser “aconsejados”; deben ser expulsados.
  • Ricardo Leguizamoncompartió una citahace 6 años
    Cuando una conducta pecaminosa tiene su origen en un deseo carnal, en lugar de un ataque demoniaco, la solución es “morir al yo”. Sí podemos “crucificar” la carne y llevarla a la sujeción a Cristo. Esto demandará una muerte diaria al “yo”, pero es posible ejercer dominio sobre los deseos pecaminosos.
    La carne es corrupta en sí misma, pero también atrae demonios, así como un cadáver atrae a los buitres. Mucha gente permite que la naturaleza pecaminosa se entronice en su vida, de manera que vive exclusiva o principalmente para satisfacer sus deseos carnales. Ese estilo de vida produce pecado, complacencia y una ansiosa búsqueda de los placeres mundanos, los cuales son temporales y llevan a la muerte. Por el contrario, cuando alguien persigue la vida del Espíritu, con todo su corazón, experimenta paz y gozo; no solo en la tierra sino también en la eternidad.

    El remedio para la carne escrucificarla, pero la cura para los demonios es echarlos fuera.
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