Su apodo era la “inteligente”, pero Jessica King se sentía mejor en su torre de marfil, no trabajando en un taller para el guapísimo mecánico Garner Blake. Pero iba a hacerlo lo mejor que pudiera porque se lo había pedido su padre.
Sin embargo, cuando Garner comenzó a desafiarla y mirarla de ese modo, Jessica no sintió que aquello fuera lo que debía hacer una buena hija. De pronto se sentía viva y aterrada al mismo tiempo, porque se dio cuenta de que nunca había llegado a conocerse bien a sí misma, ni había sabido lo que quería…