Baste decir que los procesos emocionales más o menos acordes con aquellos fenómenos fisonómicos, es decir, los sentimientos de alegría idiotizada, estupor profundo, placer desatado, sufrimiento más allá de lo humano o rabia animal desaforada, no habrían sido de este mundo, sino que deberían buscarse en un reino infernal, allí donde nuestras pasiones terrenales tienen una equivalente que las aumenta hasta magnitudes aterradoras.