-Su Gracia, duquesa -se dirigió a ellos con voz profunda-, tengo el honor de ser el portavoz de todos los aquí presentes para ofrecerles nuestras más sinceras felicitaciones por su aniversario de bodas, junto con los mejores deseos. Esta es la parte más sencilla, la difícil viene ahora, mi felicitación como hijo y miembro de la familia Marston. -Un silencio emocionado llenaba el salón. James observó cómo sus hermanos se movían hasta situarse al lado de sus padres, arropándolos-. Y digo que es la parte más difícil porque son muchas las cosas que hay para decir después de cincuenta años, pero comenzaré con una: gracias.
»Nos lo habéis dado todo, vuestro tiempo, una buena educación, vuestros cuidados... y eso que no siempre os lo pusimos fácil. A pesar de todo, sabíamos que siempre podíamos contar con vuestro apoyo. Pero si hay algo por lo que mis hermanos y yo os estamos en verdad agradecidos es por el amor, el que nos habéis dado, y ese que nos habéis enseñado y que pasará a la siguiente generación de Marston -comentó, dirigiendo su mirada hacia sus propios hijos y hacia sus sobrinos, que también se habían acercado a los duques-. Nos enseñasteis que el amor es el único bien por el que vale la pena luchar, la fuerza que nos une y el camino a la felicidad. Por eso, hoy queremos brindar por vosotros y por vuestro amor. ¡Por los duques de Westmount!
-¡Por los duques de Westmount! -gritaron todos los presentes, elevando sus copas.