Javier Moro

Pasión India

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  • Cristian Rifarachicompartió una citahace 7 años
    Ella, que no estaba segura de sus propios sentimientos, simplemente se dejaba querer
  • b6873067145compartió una citahace 7 años
    Prefería irse lejos. Huir, huir de sí mismo, olvidarse. Dedicarse hasta el final a su auténtica y profunda vocación, las mujeres, los únicos seres capaces de consolar su viejo corazón herido.
  • b6873067145compartió una citahace 7 años
    El cuerpo del maharajá yacía junto a la pira funeraria, sobre un lecho de paja, en la más pura tradición sij, según la cual se nace sin nada y se muere sin nad
  • b6873067145compartió una citahace 7 años
    Con la edad, el maharajá puso todo su énfasis en hacer de Kapurthala un faro de civismo y cultura. Quería congraciarse con los hombres y con Dios.
  • b6873067145compartió una citahace 7 años
    Pero en el camino había perdido también a muchos amigos, como un goteo constante que le recordaba la futilidad de la vida y ese día se acordaba de ellos. La muerte que más le impresionó fue la de Bhupinder el Magnífico, el maharajá de Patiala, el del culto a la diosa Koul, el incombustible mujeriego cuyo corazón estalló a la temprana edad de cuarenta y siete años. Fiel a sí mismo hasta el final, nueve meses después una concubina con quien había tenido relaciones la víspera de su muerte dio a luz. Hijos, amigos, amores..., la vida consistía en eso, en perder. Ahora estaba a punto de perder el trono, la esencia misma de su ser. Pronto dejaría de haber un lugar para él en el mundo.
  • b6873067145compartió una citahace 7 años
    Sigue cumpliendo con su deber de fiel esposa europea que lo organiza todo, sigue acompañando a su marido en los viajes, pero el encanto y la magia se han evaporado. Ya no pone el corazón en ello. Las relaciones con el maharajá siguen siendo cordiales, pero cada vez son menos íntimas. Hace tiempo que han dejado de inspirarse en el Kamasutra para las noches de amor. Hace tiempo que no hay noches de amor. Anita sospecha que él se relaciona con otras mujeres o con antiguas concubinas, y ella... Ella sueña con ser libre como un pájaro, y pasa tardes enteras mirando por las ventanas de estilo mogol, las que dan al norte, hacia las estribaciones nevadas del Himalaya. No tiene más remedio que convivir con su soledad porque de su vida interior —de su amor prohibido— no puede hablar con nadie. Cree que su fiel criada sabe algo, pero no le preocupa porque Dalima es la discreción y la lealtad encarnadas.
  • b6873067145compartió una citahace 7 años
    pasado, echa de menos la vida sencilla de una familia normal, como la que tuvo de pequeña. Le gusta imaginar lo que hubiera sido su existencia junto a alguien como Anselmo Nieto, por ejemplo... Quizás menos interesante, pero a la postre más feliz. Cada uno tiene su karma, como dice Dalima. «¿Adónde me llevará el mío?», se pregunta Anita, que intuye unos gruesos nubarrones en el horizonte de su vida.
  • b6873067145compartió una citahace 7 años
    Mientras, Anita está en Málaga, acompañando a sus padres en su dolor. Pero no es la misma de antes. Hasta entonces, la muerte era para ella como una desgracia que le pasa a los demás, a las hermanas de los otros, a los padres y a los hijos de los otros, pero no a los suyos. Esa súbita revelación, unida al dolor que le causa la pérdida de su hermana, a la falta de alguien que le alivie la conciencia, la sumen en un estado de profunda melancolía. Quizás la vida sea eso, un continuo desprenderse de los que uno quiere hasta enfrentarse a la muerte propia. Un desgarro constante. La guerra, con su cortejo de muerte y destrucción, le ha hecho darse cuenta, por primera vez, de la fragilidad y la brevedad de la vida.
  • b6873067145compartió una citahace 7 años
    Qué clase de vida es esta —se pregunta— en la que ningún miembro de la familia es feliz porque todos están separados, y se sienten solos?» Al igual que otras veces en el pasa
  • b6873067145compartió una citahace 7 años
    Anita se queda muda, con la mirada perdida y el habla paralizada.
    —Desde que su marido la abandonó, se dejó ir... No se cuidaba nada. Cuando volvió del campo, al terminar la guerra, estaba esquelética. Y en eso surgió la gripe.
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