Cuando era pequeña creía que él era el hombre más alto del mundo. Ahora, cuando se despertaba en mitad de la noche, siempre pensaba que al menos su padre estaba en casa, que siempre podría asustar a cualquier ladrón, oso o monstruo.
No estaba acostumbrada a verlo ahora tan pequeño, cogiendo el libro del extremo más lejano de la repisa con las puntas de los dedos. Eso hizo que lo odiara de repente, que lo odiara por irse tan rápido, tan pronto, como si no pudiera aguantar más las ganas de alejarse de todas ellas