En el 2011, a los diecinueve años, Ariel se fue a pasar el verano trabajando en Nueva Zelanda. Fue sólo, pero a unas horas de abordar conoció a Celeste, que tenía un pasaje para el mismo destino, en el mismo avión, a un asiento de distancia. Desde entonces han viajado juntos por más de cincuenta países, han vivido y trabajado en Oceanía, Asia y Europa, han comido sin saber lo que comían, andado sin saber a dónde iban y hablado sin saber lo que decían. En Barquitos de Papel, su primer libro, Ariel relata el vaivén de su relación por las latitudes de Nueva Zelanda y sus viajes por el sur de Asia: el día que se ahogó a 6 metros de profundidad buceando en Indonesia; el día en que el miedo casi lo tira a un precipicio en las alturas del Himalaya nepalés; el día que tuvieron que escapar de un centro de meditación en la India; el día que festejaron el año nuevo chino en una aldea perdida en la campiña malaya; el día en que olieron carne humana en Benarés; los días que pasaron durmiendo en el Templo Dorado de los Sijs; el día en que dieron una charla en una escuela de una aldea en Java; y muchos, muchos días más. El autor relata cómo el viaje mismo les fue develando el camino a seguir, cómo se fueron dejando llevar por la corriente del presente a todo lo ancho del sur de Asia, con los impulsos como guía y los caprichos como consejeros.