El problema de ser demasiado bueno

Sin embargo, cumplir con el deber no le hace a uno bondadoso. Solo lo hace obediente. Para que exista bondad hay que actuar haciendo el bien, aunque sea a costa de desobedecer. Y el bien no es solo para uno mismo, sino siempre para un bien mayor. Por cumplir con el deber se han realizado atrocidades y se justifican aún guerras y fundamentalismos de todo tipo.

Ya no «somos», sino que nos convertimos en lo que se espera que seamos

Sin embargo, cumplir con el deber no le hace a uno bondadoso. Solo lo hace obediente. Para que exista bondad hay que actuar haciendo el bien, aunque sea a costa de desobedecer. Y el bien no es solo para uno mismo, sino siempre para un bien mayor.

Y si uno no se define no hay límites. Y si no hay límites pueden pasar dos cosas: la primera, que los demás tengan dificultades para saber hasta dónde llega lo posible y lo imposible. La segunda, que algunos se atrevan a pasear impunemente por nuestra vida.

También sucede que muchas personas no saben quiénes son. Prefieren obedecer, dejarse llevar por la masa, hacer lo que todo el mundo hace. Buena manera de ocultar la ignorancia sobre el ser de uno mismo.

Ya no «somos», sino que nos convertimos en lo que se espera que seamos. O todo lo contrario. Como decía Antonio Blay:

Lo exterior pasa a ser la norma, pasa a ser mi Dios no la sinceridad, no la libertad interior, no lo profundo, sino lo externo.

conciencia del «ahora y aquí», de sentir tu respiración, de silenciarte por un momento e incluirte en la experiencia es la manera de reencontrarte, de conectar con tu interioridad, de simplemente ser. A partir de ahí, todo puede ser observado y decidido originariamente, sin que medien los viejos patrones o las creencias que filtran la realidad que estás viviendo.

de los ejercicios que practican es la llamada a la atención plena. Lo hacen mediante el repique de unas campanas que sirven para que todo el mundo cese toda actividad y durante un tiempo impreciso permanezcan presentes y tomen conciencia de su propia presencia. Se trata de otra versión de la «conciencia de sí» que hoy en día se practica en muchos centros espirituales.

Sugiero que la sanación venga de recibir energía y vibración de esa fuente inagotable que es la vida en lugar de remover nuestra mente, reforzando así el pasado o lo que llamamos la retraumatización. La vida no está ahí afuera esperándote. La vida ya está en ti. Solo falta que tú estés con ella.

Era su manera de mantener despierta la conciencia. No es fácil describirlo, así que te lo contaré como lo vivo en mi experiencia.

Pongamos por caso que la actividad que realizo en este momento es caminar por la naturaleza. Mientras camino o contemplo, realizo un desdoblamiento de mi atención.

Desdoblarse, en este caso, consiste en dividir la atención: sin dejar de realizar la actividad (caminar, contemplar) me incluyo en la experiencia.