Humo Y Espejos

La mayoría de los cuentos de este volumen tienen eso en común: el sitio donde acabaron llegando no era adonde yo esperaba que fuesen cuando los empecé. A veces la única forma de saber que un cuento había finalizado era cuando ya no quedaban palabras para escribir.

(Los cuentos de hadas, como dijo una vez G. K. Chesterton, son más que verídicos. No porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que a los dragones se les puede vencer.)

Los cuentos son, de un modo u otro, espejos. Los usamos para explicarnos cómo funciona el mundo o cómo no funciona. Igual que los espejos, los cuentos nos preparan para el día venidero. Nos distraen de las cosas que hay en la oscuridad.

Oriéntalo bien y el espejo se convierte en una ventana mágica; mostrará cualquier cosa que puedas imaginarte y quizá algunas que no puedas.

(El humo difumina los bordes de las cosas.)

―A mí me gusta Seinfeld ―dijo ella―. ¿Tú ves esa serie? No va de nada.

Oriéntalo bien y el espejo se convierte en una ventana mágica; mostrará cualquier cosa que puedas imaginarte y quizá algunas que no puedas.

Los cuentos son, de un modo u otro, espejos. Los usamos para explicarnos cómo funciona el mundo o cómo no funciona. Igual que los espejos, los cuentos nos preparan para el día venidero. Nos distraen de las cosas que hay en la oscuridad.