La máscara de Cthulhu

Cuando me miraban así, sistemáticamente se trataba de unos tipos mal vestidos y andar bamboleante que vivían en el barrio marinero.

Quizá me molestó porque me preparaba para bajar al sótano; pero también quise saber qué hacía allí; así que abrí la puerta y salí al campo para enfrentarme a él

No tuve inconveniente en contárselo todo y descubrí así que jamás se había permitido la lectura de aquel extraño ejemplar fuera de la biblioteca; que, de hecho, Amos Tuttle lo había sustraído en una de sus raras visitas a la biblioteca, cuando todos sus intentos para persuadir al director Llanfer de que le permitiese su lectura en préstamo habían fracasado.

Por fortuna, las limitaciones de la mente humana no permiten a menudo contemplar con la perspectiva adecuada todos los hechos y acontecimientos que le afectan.

y entonces me di cuenta de que, al menos, ellos no comprendían el secreto horror, lo que hace a un hombre marchitarse y enloquecer, lo que surge en las horas oscuras de la noche para adueñarse de las insondables profundidades de la mente.

porque cuando un hombre admite o rechaza algo verdaderamente, le resulta doblemente, mejor dicho, triplemente difícil librarse de sus conclusiones, por muy equivocadas que se revelen más tarde.