La cosa se había puesto tan fea que hasta había empezado a ponerles nombre a los desastres: La gran decepción del primer año: Robert (edición ilustrada), seguida de cerca por la segunda parte, La chica era pansexual (y me tiraba los trastos, sí), que se convirtió por sorpresa en una trilogía con A los tíos les van las chicas a las que les molan las chicas.