El discurso sexual que sitúa a los hombres como sujetos y a las mujeres como objeto se alimenta de todo ese iceberg sumergido. Es el discurso que atribuye a las mujeres la discreción, la espera, el deseo más leve y más controlable, fundamentalmente al servicio del amor o bien a ser reconocidas por un otro. El deseo de las mujeres tiene que ser conseguido, su consentimiento puede ser quebrado, bien con la insistencia, con el alcohol o por medio de cualquier otra estrategia