Publicado por primera vez en 1790, este libro fue un éxito tan clamoroso que recibió felicitaciones incluso de algunos monarcas europeos. No se trata de un relato histórico de los acontecimientos ocurridos en Francia, ni un estudio de su origen y desarrollo. Es un tratado contrarrevolucionario, cuyo aparente motivo inicial es un sermón del doctor Richard Price, sacerdote no conformista, que elogia la Revolución francesa.
Burke contrasta los derechos hereditarios y concretos en los que se fundamenta el Derecho británico con los “derechos del hombre” de los revolucionarios franceses, en su opinión inconsistentes e impropios de una sociedad organizada, y que solo conducen al desastre.
Analiza el estado de la Iglesia, la monarquía y la nobleza en Francia y discute el derecho a legislar por parte de la Asamblea Nacional francesa, criticando también su labor en el ámbito legislativo, ejecutivo, judicial, militar y financiero. Concluye afirmando que no tenían que haberse destruido las instituciones defectuosas del antiguo régimen. Bastaría con haberlas reformado. Constituye un clásico de perenne actualidad.