Libros
Christoph Ransmayr

Cox o el paso del tiempo

A mediados del siglo XVIII, Alister Cox, el más prestigioso relojero y constructor de autómatas de Europa, llega a las costas de China tras una larga y accidentada travesía. Partió de Londres meses atrás, invitado por el todopoderoso emperador Quiánlóng, que desea que le confeccione unos relojes muy especiales.
Cox, junto con sus ayudantes, se aloja en la imponente Ciudad Prohibida, y empieza a fabricar mecanismos capaces de atrapar el sinuoso y cambiante ritmo del tiempo, de medir su transcurso tal como lo perciben los niños, los enamorados, los enfermos o los condenados a muerte… Pero mientras el artesano da forma a sus precisas maquinarias, empieza a darse cuenta de que no todo es belleza y sofisticación en el entorno en el que permanece casi prisionero. Percibe el miedo que se respira en la corte, donde una palabra o un gesto fuera de lugar pueden costarle a uno la vida, es testigo de castigos brutales, y su posición privilegiada lo convierte en blanco de envidias e intrigas palaciegas.
Y mientras se enfrenta a los recuerdos dolorosos de la tragedia familiar que ha dejado en Inglaterra y se ve arrastrado por el caprichoso comportamiento del emperador, Cox emprende la construcción de su obra maestra, un perpetuum mobile, un reloj capaz de medir la eternidad…
Escrita con la delicada precisión de un miniaturista, esta refinada novela, en la estela de Seda de Baricco, nos habla de la fascinación por Oriente, del amor y los fantasmas del pasado que nunca dejan de perseguirnos, de los excesos del poder absoluto, de la búsqueda de la belleza y la perfección, del vano intento de dominar el tiempo que se nos escurre entre los dedos… El resultado es un texto deslumbrante, sensual y majestuoso, de una exquisitez arrebatadora.
247 páginas impresas
Publicación original
2019
Año de publicación
2019
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Opiniones

  • Yatzel Roldáncompartió su opiniónhace 6 años
    👍Me gustó
    💡He aprendido mucho
    🎯Justo en el blanco
    🚀Adictivo

    Es un libro muy elaborado, con un tema muy interesante: el emperador chino Qianlong y su afición por los relojes y autómatas. Recomendada ampliamente.

Citas

  • Yatzel Roldáncompartió una citahace 6 años
    Pero, si ponía en marcha esa máquina que nunca dejaría de dar las horas, ¿no se convertiría el paso del tiempo, para todos los ya nacidos o aún por nacer en épocas muy remotas, en algo legible e irrefutable en un abanico de escalas? ¿Y podía un Señor de los Diez Mil Años mandar sobre el tiempo únicamente según su voluntad, o flotaba a la deriva en el río del tiempo como cualquier súbdito anónimo de su imperio?
  • Yatzel Roldáncompartió una citahace 6 años
    El reloj. Su reloj: un trabajo que había que terminar sí o sí. No únicamente porque con él por fin se haría realidad algo que hasta entonces solo había sido largamente soñado, y tampoco porque se tratara de la voluntad del emperador de la China, sino porque entre los muchos anhelos que unían esa columna a su constructor, en Jehol, donde el tiempo se había vuelto más lento y aún seguía detenido, nacía ahora otra esperanza, aún más grande.
  • Yatzel Roldáncompartió una citahace 6 años
    Como el Señor de los Diez Mil Años, el Reloj Intemporal se elevaba por encima del tiempo de los mortales. Daba las horas superando todas las fronteras del día y de los años, y para seguir funcionando no necesitaba que nadie prolongara su marcha cuando se agotaban todas las reservas. Y si en algún momento de un futuro rayano en lo inconcebible dejaba de funcionar, no por ello llegaría al final de su vida útil, sino al final del tiempo.

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