El fuego no arde para la danza de su flama
El agua no bebe de su flujo
La tierra no come de sus frutos, los recrea
El viento no viaja para sí, anima el universo entero
Las flores se abren sin distinguir la tierra de los desposeídos
La luna brilla para todas las montañas,
para todos los ríos
Solo el corazón del hombre
en su equívoco
mendiga para sí mismo