«8 grados centígrados», son los grados de temperatura que subió en promedio la Tierra hacia el año 2055. Dos cambios radicales ha producido este fenómeno: la mayoría de los animales han desaparecido, tanto terrestres como marítimos. Las ciudades han dejado de ser viables para la civilización, el agua potable tal como hoy la conocemos no existe. El único suministro de agua potable lo proveen los acuíferos subterráneos, y por lo tanto la civilización sólo puede existir sobre dichos acuíferos.
Las ciudades han sido invadidas por las clases más desposeídas, y el Estado tal como lo conocemos hoy se ha retirado de ellas, tras amurarlas. Lo más valioso en esas ciudades es el agua.
Si bien la novela transcurre en un ámbito específicamente argentino y su lenguaje es el rioplatense, la temática es común a todas la épocas y latitudes: el malestar ante estados límite, el extrañamiento. En definitiva, de eso trata la ciencia ficción.
En el Río de la Plata, la única industria que prospera es la del Chig, un animal cruzado de chick más pig, que se cría en condiciones de extremo hermetismo industrial. La burguesía que gira en torno a esta industria vive en casas con agua racionada y aire acondicionado. El idioma ha cambiado, tanto por influencias del imperialismo chino (omnipresente en todas las esferas) como por las duras condiciones de vida, donde el placer o displacer giran en torno a las dicotomías de sequedad o humedad.
Juan Simeran, nos adentra en uno de los escenarios futuros más plausibles.