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Libros
Francisco Tario

Obras completas

El primer tomo (de dos) de las Obras completas de Francisco Tario, uno de los escritores más extravagante y seductor de su época, reúne tres títulos indispensables: La noche, Tapioca Inn y Una violeta de más, y cierra con el apartado «Varia invención» que descubre desde atesorados aforismos hasta cuentos breves. Una selección que, desde sus primeras páginas, anuncia la muy personal oscuridad que caracterizaba a quien se llegó a comparar con Jules Renard y el Conde de Lautréamont.
775 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2015
Año de publicación
2015
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Citas

  • Claudio Ortega Niñocompartió una citael año pasado
    La noche del perro
  • kim claudiacompartió una citahace 2 años
    —¿Te irás, di, y me olvidarás? ¿Te olvidarás de este pobre poeta muerto?

    Se endereza y vuelve a caer. Tose, tose y solloza, con sus negros ojos extáticos, perdidos en la última noche. Me aprisiona contra él. Hunde sus uñas en mí. Me hiere. Ya no sabe acariciarme. Ya no comprende el placer, la ternura, el dolor. No comprende nada de lo que comprendía tan bien antes. Va olvidándolo todo, trastornándolo todo, todo menos mi nombre.

    —Teddy... Teddy... Teddy...

    Y se muere.

    Nadie podrá creerme, pero es tan inmensa mi soledad y mi horror en estos momentos ¡que para qué mentir ya!

    Yo le cerré los ojos cuidadosamente, sin arañarlo, como si tocara una hostia. Yo le cerré la boca y lo cubrí todo entero con las sábanas. Después, tomando entre mis dientes un haz de flores secas y de versos, se los regué encima así, esparcidos por el catre, igual que una bendita nevada. Hecho esto, hui hacia el rincón más cercano —donde duermo a veces— y rompí a aullar, a aullar con el cuello tieso y el alma hecha pedazos, consumiendo las últimas fuerzas de que dispongo.

    Cuando los perros aúllan, sé que los hombres se asustan: no, no hay nada que temer. Los perros aullamos del mismo modo que los hombres lloran y hacen otras cosas. Es un hecho sin importancia, enteramente natural, y que a nadie atañe, sino a nosotros mismos. Por ejemplo, yo aúllo ahora porque me encuentro solo, porque siento frío aquí dentro y porque me voy a morir muy pronto. En cuanto lleve a mi amo al camposanto
  • kim claudiacompartió una citahace 2 años
    Mi amo se está muriendo, y, como soy un perro, no acierto a impedirlo. No puedo secar el sudor de su frente; no puedo espantar la fiebre que lo consume; no puedo aliviar su respiración ahogada; no puedo ofrecerle ni un vaso de agua. ¡Qué silencio más horrendo el de esta noche de diciembre! ¡Qué quietud y qué nieve más espantosas! ¡Qué infamia la vida! Y yo, un perro, un triste ser inútil, incapaz de algo importante.

    Si supiera hablar, le diría: “Perdóname por haber nacido perro. Perdóname por no poder hacer otra cosa que verte morir. Perdóname. Pero te amo, te amo con un amor como no hay otro sobre la Tierra; como es incapaz de comprender el hombre... el hombre, salvo tú, mi amo. ¡Si supieras las lágrimas que he derramado, viendo el pan duro y la leche agria que almuerzas! ¡Si supieras qué noches de insomnio he pasado bajo tu catre oyéndote toser, toser implacablemente, con esa tos seca y breve que me duele más que todos los golpes sufridos!

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